• ARBOL DE JUDEA O DEL AMOR (Cercis siliquastrum)

Un pequeño arbolito cuyas flores crecen en grupos directamente desde los troncos, cubriéndolos completamente. Con poda correctiva desde pequeños pueden obtenerse arbolitos de un solo tronco principal, sin este cuidado, suelen ramificar mucho desde la base y pueden desarrollarse como arbustos.

• CEREZO DE JARDÍN (Prunus avium)

Han ganado popularidad en los últimos años con las imágenes que nos llegan de sus sitios de origen: Japón, Corea, China, donde tienen un festival dedicado exclusivamente a la contemplación de su floración: hanami, que se traduce literalmente como “mirar a las flores”.

• CIRUELO DE JARDÍN (Prunus cerasifera)

Antes de que llegue la época de sus cobrizas hojas, nos regala una explosión de delicadas y pequeñas flores blancas o rosa pálido de pétalos simples o dobles. Es muy frecuente verlos adornando parques y plazas públicas.

• LEPTOSPERMUM (Leptospermum scoparium)

Un arbolito muy interesante, rústico y de poco riego. Cultivado en el suelo alcanza hasta cinco metros de altura y puede llegar a tener flores durante todo el año, aunque esta estación es la más florida. A diferencia de los demás, éste tiene follaje perenne.

• MAGNOLIA JAPONESA (M. liliflora)

Una de las favoritas de finales de invierno, sus grandes flores rosa-moradas contrastan con los cielos plomizos y las ramas desnudas del arbolito. Tolera mejor la semisombra en las estaciones muy calurosas.

• MANZANO (Malus domestica)

Uno de los clásicos frutales, que en generalmente cultivamos por su fruto, sin embargo, durante el final de esta estación, se llena de vistosas flores que atraen a las abejas.

• PERAL (Pyrus communis)

Otro frutal popular de que regala muchas flores de cinco pétalos color blanco espumoso.